Escritora Anita Luksenburg: “Con ´Rifka y yo`, sin quererlo, había escrito la historia del duro pasado de la Guerra que todos compartimos”

26/Sep/2011

CCIU, Martín Kalenberg

Escritora Anita Luksenburg: “Con ´Rifka y yo`, sin quererlo, había escrito la historia del duro pasado de la Guerra que todos compartimos”

“Comencé a escribir a la muy tardía edad de 59 años”, confiesa hoy la escritora Anita Luksenburg luego de 13 primaveras de haber empezado con su periplo literario. Sin embargo, la sabiduría popular afirma que “nunca es tarde cuando la dicha es buena”. Su libro “Rifka y yo”, que integra la colección de la biblioteca de University of Texas, incluye el cuento “Rifka”, inspirado en la madre de la escritora quien sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial.  Esta historia fue llevada a las tablas por su amiga, Berta Margulis, y dirigida por la conocida actriz Elena Zuasti. Incluso, fue representada en italiano en el país de la bota. El libro está dividido en cuatro partes; la primera contiene siete historias sobre la Shoá (Holocausto del pueblo judío), algunas sobre hechos concretos, otros posibles. En la segunda, diferentes historias de vida, producto de la imaginación de la autora, y en la tercera, los protagonistas son los niños.A continuación un extracto del diálogo entre Luksenburg y el portal web del CCIU:

– ¿Cuándo empezó a escribir y
por qué? 

– Un escritor, querido amigo mío, 
inteligente o misericordioso, —vaya una a saber— me dijo que nunca es
tarde para empezar a escribir. “Mejor tarde que nunca”, agregan otros, o “no
hay peor gestión que la no hecha”. Con tantas citas, o consuelos, te diré que
comencé a escribir a la muy tardía edad de 59 años. Este mes, festejé mi
bar-mitzvá (cumpleaños de 13) con las letras.

Podría contarte que desde la escuela primaria siempre fui hábil para
redactar, ya escribía cuentos o poesías, y con el tiempo me olvidé de esas “cualidades”
y me dediqué a criar una familia (esposo y cuatro hijos), a trabajar cuando mis
hijos ya fueron un poco más grandes, a recibir y “dar una mano” con mis diez nietos.
Pero lo cierto es que la casualidad jugó un papel importante. Un jueves de
tarde pasé por el Centro Comunal Número Cinco, entré y tuve la suerte de
presenciar el taller de escritura de la profesora  Nélida Richetto. Me enganché de tal forma que
de ahí en más, y por varios años, concurrí a su taller, y sin querer, me
redescubrí. Comprendí que podía escribir, que tenía mil historias para
inventar, que lo hacía bien y, sobre todo, considerando que mis hijos estaban
encaminados podía dedicarme a mi nueva pasión el tiempo que quisiera. Escribir
o mejor dicho, crear, se transformó para mí, en una necesidad que adoro.

– ¿Qué es lo que más le gusta
de la creación literaria? 

– Crear personajes, inventarles una historia, poder cambiarla una y
otra vez, buscar la melodía de un cuento, sentir que no sobra ni falta una
coma, una palabra, asombrar al lector y deleitarlo. Si lo logro (y no siempre
es  fácil) me siento satisfecha. En los
últimos años, también escribí historias, que sin llegar a ser biografías,
tenían un contexto real, monólogos, cuentos para niños, mini-relatos (me
apasionan). También me gusta mucho hurgar en los temas sociales y en el humor.
¿Demasiadas cosas diferentes, verdad? 
Depende de mi estado de ánimo, o de algún disparador que se cruzó por mi
camino.

– ¿Por qué decidió escribir el
libro “Rifka y yo”?

– “Rifka” primero fue una historia. Con el tiempo, y habiendo escrito
muchas otros cuentos decidí editarlo. Como sin lugar a dudas “Rifka” es mi
cuento mayor en cuanto a calidad, importancia personal y cariño (el que yo
volqué en su escritura)  titulé a mi
nuevo libro: “Rifka y yo” Mi intención fue que el lector, al tener el libro en
sus manos, se sintiera parte del mismo. “Yo”, no soy yo (Anita), eres tú y todo
aquél que lo está leyendo.

Rifka surgió del Concurso Ibero-latinoamericano de “Historias de
Mujeres con Hormonas” convocado por Editorial Santillana y el laboratorio Bayer
Schering-Pharma, en el cual obtuve el primer premio.

En cuanto al libro en sí (“Rifka y yo”) lo dividí en cuatro partes. La
primera contiene siete historias sobre la Shoá (Holocausto del pueblo judío), algunas sobre
hechos concretos, otros posibles. En la segunda parte introduje diferentes historias
de vida, producto de mi imaginación. En la tercera, los protagonistas son los
niños. Allí imagino cómo ellos ven el mundo de los adultos, con su lenguaje de
niños. Y en la última parte, me permití introducir cuentos que van de lo
cotidiano a lo fantástico. No pude dejar de incluirlos. Ellos no me lo hubieran
perdonado.

– ¿De qué trata?

– Rifka, como historia, es la vida de mi mamá, una mujer con muchas
hormonas, que partió de Lomza (Polonia) hacia Uruguay, antes de la guerra, se
casó con mi padre, a quien solo conocía por fotos y cartas, y formó con él una
familia. Creo que lo más importante de la historia es, no solo su asombro al
encontrar una tierra de paz, donde todo era posible, donde la gente era amable
y no se sentía olor a guerra, ni discriminación; por ello el esfuerzo, el amor y
la desesperación que puso en tratar de traer a sus padres y hermanos a este
país. Conseguir los pasajes, salvarlos de la guerra, fue su prioridad de vida.

Sin quererlo, había escrito la historia de la colectividad. No sólo la
de mi familia. Todos, o casi todos, compartimos un duro pasado.

– ¿Cómo fue adaptarla al
teatro?

– Un día, mi querida amiga Berta Margulis, me dijo: Desde que leí
Rifka, algo comenzó a sonar en mi cabeza…música, música judía, música criolla…
escenas; luego me preguntó si podía intentar representarla como obra teatral. Por
supuesto que me agradó mucho la idea. Berta es una excelente actriz. Y la sentí
muy compenetrada con la obra. Así que lo dejé en sus manos. Ella recurrió a Elena Zuasti, quien la
dirigió, y en poco tiempo la obra se representó, por primera vez en la Wizo. En síntesis, el
texto fue respetado en su integridad. Pero tomó otro vuelo; se transformó en
una obra teatral, preciosamente representada, con música incorporada, tal cual
la imaginó Berta. Luego de la
Wizo, se presentó en Punta del Este, en La Spezia (Consejo de Mujeres
judías), en la Kehilá
(Centro de Recordación del Holocausto) y en la AMIA (Buenos.Aires) . Debo decir que siempre fue
recibida con emoción y a salas llenas.

La obra también fue llevada a Italia (Bologna) con la interpretación,
en italiano, de Verónica Caissiols (artista uruguaya) y también en este caso,
dirigida por Zuasti. Primero se representó en el  “Festival de la Memoria” junto a otras dos
obras, y luego en distintos escenarios. Por último fue representada en la Universidad Italo-Tedesco
de Berlín. La reacción de los jóvenes estudiantes alemanes es algo que no
sorprende, pero interesa constatar. En pocas palabras, puedo decir que
terminada la obra-según me contó la actriz- y luego de un largo silencio, reaccionaron
diciendo que ellos no querían cargar con la culpa de sus abuelos, y preguntaron
cómo los veía el mundo, hoy. Todo un tema.

– ¿Pensó en algún momento que
la obra podría representarse teatralmente?

– No. El mérito se lo debo a Berta Margulis. De todas formas, creo
tener otras historias que, tal vez, podrían seguir el mismo camino. De hecho he
escrito una obra de teatro para niños. Por ahora, duerme en un cajón de mi
escritorio.

– El libro integra el listado
de publicaciones disponibles en la biblioteca
de The University of Texas. ¿Se lo
puede conseguir en otro país?

– La historia “Rifka” llegó por Internet a Israel, Suiza, Alemania,
España, EE.UU., Argentina, México, Italia y otros lugares que para mi son
inimaginables, y el Libro “Rifka y yo” está en las manos de lectores de Israel,
Argentina, Bolivia  y  Ecuador.

– En 2006 publicó el libro
“Estaciones del Alma”

– Es un libro de cuarenta y cinco cuentos cortos  Toca distintos temas;  de los que a mi me gustan, como te dije al
principio de la entrevista. Algunos, apenas una página; otros, más largos. Los
quiero a todos.